Monday 13 June 2011

6. Una familia folclórica

Bueno, llevo muchos meses sin escribir. Es por el trabajo, que es mu malo. Pero una llamada, diría que de Dios si no fuera porque soy más atea que nadie (en eso no soy folclórica, pero la lingüística chomskyana tenía que salir por algún lado), me iluminó el camino el otro día y aquí estoy de vuelta.

La llamada fue de mi tía. Ya os dije en un post anterior que mi madre no era folclórica, pero que tenía mis dudas, y desde entonces cada vez pienso más y más que mi madre es folclórica, como la copa de un pino, más aunténtica que yo. Y resulta que su hermana también lo es, mira tú. Al final, voy a pertenecer a una familia de folclóricas.

Yo vivo en Londres. Mi familia, folclórica o no, vive toda en Madrid. Mi tía me llama y me dice: "Oye, que va a ir para Londres el hijo de una compañera mía del hospital, una enfermera muy maja, oye, y muy limpia, una tía muy valiosa, de esas que valen. El chico, que es un chico ya crecido, no te vayas a creer, se llama Víctor, y es un chico muy limpio (la obsesión con la limpieza es, he descubierto, característica clara de folclorismo, como se explica en este maravilloso blog: http://www.comonoserunadramamama.com/). Pues que el chico es la primera vez que sale de España, y mi amiga está la pobre preocupada, por si le pasa algo. Ya sabes tú, sales de casa, es la primera vez, se te pierde el pasaporte, no sé, las cosas pasan. Y siempre está muy bien tener a alguien de confianza cerca".

"Pero, ¿cuántos años tiene?", pregunto yo.

"No, no, si ya te he dicho que está crecidito, que tiene 28 años". Coño, yo le había echado 15 añitos.

"Si es sólo por si acaso, ya sabes tú, que te vas fuera, te pasa algo, se te pierde el pasaporte, te hace falta hablar con alguien de confianza. Y yo había pensado en darle tu número de teléfono. Bueno, ya se lo he dado, pero el caso es que él te podría llamar por si le pasa algo, no sé, ya sabes tú, estás en el extranjero y te pasan cosas". La repetición de conceptos hasta la saciedad es otra característica innata de las folclóricas.

"Sí, claro, ¿cómo dices que se llama? Por si acaso llama un desconocido que me pide quedarse en casa a dormir una noche porque se le ha perdido el pasaporte y lo mando a freir espárragos", digo yo.

"Víctor, Víctor, que es un chico muy limpio y sobre todo muy normal (ah, la normalidad, esa otra gran obsesión. Mi abuela, la madre de estas folclóricas que hay en mi vida que tanta gracia me hacen, siempre dice: "Tú, Luisi, ni la primera ni la última"). No es de esos que te ensucian (ahí, ahí estamos otra vez), o que son unos guarros (sic), o que, bueno, tú ya sabes. No es de molestar, vamos."

Como reflexión lingüística, poco relacionada con lo anterior, he de deciros que yo sigo diciendo "i griega" para designar la letra "y", por mucho que diga la Academia de la Lengua tan estupenda que tenemos en España. Si sentís que nuestra Academia está algo vetusta y que no está en contacto con la realidad, y que lo de "i griega" os sale del alma, es porque tenéis razón. Las lenguas no saben de negociaciones entre académicos ni de tonterías similares. Las lenguas, como dice la Academia misma, "son de los hablantes". Excepto que la Academia dice esto para hacer lo que le da gana.

Por cierto, aún no sé nada de Víctor. ¿Se le habrá perdido el pasaporte?

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